martes, 13 de mayo de 2008

EL PERRO Y EL ASNO

Un perro y un borrico caminaban,
sirviendo a un mismo dueño;
rendido éste del sueño,
se tendió sobre el prado que pasaban.

El borrico entretanto aprovechado
descansa y pace; mas el perro, hambriento,
«Bájate, le decía, buen jumento;
pillaré de la alforja algún bocado.»

El asno se le aparta como en chanza;
el perro sigue al lado del borrico,
levantando las manos y el hocico,
como perro de ciego cuando danza.

«No seas bobo, el asno le decía;
espera a que nuestro amo se despierte,
y será de esta suerte
el hambre más, mejor la compañía.»

Desde el bosque entre tanto sale un lobo:
pide el asno favor al compañero;
en lugar de ladrar, el marrullero
con fisga respondió: «No seas bobo;
espera a que nuestro amo se despierte;
que pues me aconsejaste la paciencia,
yo la sabré tener en mi conciencia,
al ver al lobo que te da la muerte.»
El pollino murió, no hay que dudarlo;
mas si resucitara
corriendo el mundo a todos predicara:
prestad auxilio si queréis hallarlo.

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